¿Planificar o fluir? Turismo y flexibilidad psicológica

Por Julia Rodríguez

Planeaste todo: vuelos, horarios, restaurantes, museos. Tenías el itinerario perfecto, la agenda soñada. Pero entonces… llueve. O el lugar está cerrado. O simplemente no te duele demasiado la cabeza como para seguir el plan. Y te enfadas. Contigo, con el clima, con el mundo. Como si cambiar el plan chafase toda tu idea de las vacaciones.

Es curioso cómo algo tan placentero como un viaje puede volverse una trampa cuando nos aferramos demasiado a lo planificado. Esto tiene nombre: reglas verbales rígidas. Son esas frases que nos repetimos como si fueran verdades absolutas: “Si no hago todo lo que está en mi lista, fue un viaje desperdiciado”. Pero no lo son. Son solo ideas.

Desde el modelo de Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT), lo que se busca es flexibilidad psicológica: la capacidad de adaptarte al presente y actuar en función de lo que realmente valoras, aunque eso implique soltar tus propios planes. Porque a veces, el exceso de control—en los viajes y en la vida—nos desconecta de la experiencia real. Te conviertes en turista de tu propio viaje, y lo que era una aventura se vuelve una agenda que hay que cumplir.

Y lo peor es que ni siquiera lo disfrutas tanto.

A veces nos frustramos más por no tachar todo del itinerario que por perderse un atardecer inesperado, una charla espontánea, una siesta necesaria. Y es que cuando la planificación deja de ser una guía y se vuelve una cárcel, perdemos el punto.

Ahí es donde el mindfulness puede hacer una gran diferencia. Nos invita a preguntarnos: ¿Estoy conectado con lo que está pasando ahora, o con lo que se suponía que debía pasar?

Tal vez los planes podrían ser solo eso: planes, no mandatos. Invitaciones, no exigencias. Y si cambia el clima, la energía o el ánimo… ¿y qué? Cambiar de dirección no es fallar. A veces es lo más honesto que puedes hacer.

Porque, al final, el viaje más valioso es el que puedes habitar, no el que solo puedes cumplir.

¿Te acordás de esa vez que el «plan B» improvisado terminó siendo lo mejor del viaje? ¿Qué dice eso sobre el valor de soltar?