La evitación experiencial disfrazada de «relajación»¿Descansas o escapas?
Llegan las vacaciones y con ellas la promesa de “desconectar de todo”. Te tumbas en una hamaca, pones música, abres un libro… pero algo no encaja. En vez de sentir alivio, notas una incomodidad sutil, como si no estuvieras descansando, sino huyendo. Y es que muchas veces el descanso no se vive como una pausa reparadora, sino como una vía de escape emocional.
Lo que parece una desconexión saludable puede ser, en realidad, una forma socialmente aceptada de evitación experiencial: “me voy de vacaciones para no pensar en nada”. Suena inofensivo, incluso necesario, pero cuando el descanso se convierte en un intento de dejar de sentir o enfrentar lo pendiente, deja de nutrirte y empieza a estancarte.
Desde la psicología conductual, esta diferencia es crucial. Si descansas para huir de pensamientos incómodos o emociones dolorosas, estás reforzando tu conducta con alivio momentáneo (reforzamiento negativo). Pero ese alivio es frágil: al regresar, todo lo que evitaste sigue ahí, amplificado. En cambio, cuando descansas porque valoras el bienestar y la calma que te ofrece esa pausa, estás actuando desde el reforzamiento positivo: estás nutriéndote, no escapando.
En terapia, no es raro ver personas que vuelven de vacaciones más ansiosas que antes. Porque la evasión emocional, aunque parezca descanso, es como contener la respiración: solo funciona por un tiempo. Las vacaciones no pueden ser una apnea emocional de dos semanas.
Aquí es donde el mindfulness ofrece una alternativa poderosa. Nos enseña a estar presentes con lo que hay, sin necesidad de actuar, huir o resistir. Descansar de verdad no es desaparecer de uno mismo, sino darse permiso para estar con todo lo que uno es, incluso en medio del cansancio, la tristeza o la preocupación.
¿Qué pasaría si en tus próximas vacaciones no intentaras desconectarte de ti, sino reconectarte contigo? El verdadero descanso no es la ausencia de experiencia interna, sino la presencia sin resistencia. Puedes estar triste y descansado, preocupado y en calma. Puedes descansar sin huir.
La pregunta no es solo cómo quieres descansar, sino de qué estás descansando… ¿y por qué?
Por: Julia Rodríguez
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