Afrontar el duelo tras la pérdida repentina de un ser querido
La noticia del fallecimiento inesperado de alguien cercano, como la reciente muerte de la actriz Verónica Echegui, nos recuerda lo frágil y desconcertante que puede ser la vida. Cuando una pérdida llega de manera súbita, sin preparación ni despedida, el impacto emocional puede ser devastador y aumentar el riesgo de lo que se conoce como duelo complicado.
¿Por qué estas pérdidas son tan difíciles de asimilar?
Existen factores que hacen especialmente duro este proceso:
- La sorpresa y el carácter inesperado del fallecimiento.
- La sensación de impotencia o de no haber hecho lo suficiente.
- El dolor de no haber podido despedirse como se deseaba.
- La vivencia de que la persona se ha ido “en soledad”.
- El recuerdo constante de lo ocurrido, muchas veces amplificado por los medios de comunicación.
Todos estos elementos hacen que la mente se quede enganchada en la pérdida, reviviendo una y otra vez lo ocurrido.
¿Qué puede ayudarnos a transitar el duelo?
Aunque cada persona vive el duelo de forma única, algunas pautas pueden servir de apoyo:
- Asumir la realidad de la pérdida, aunque duela. Reconocer lo que ha pasado es un paso necesario para poder elaborarlo.
- Hablar de la persona fallecida, compartir recuerdos y emociones. Nombrar lo que sentimos nos ayuda a integrar la experiencia.
- Permitirnos rituales de despedida: escribirle una carta, encender una vela, hacer un homenaje simbólico. No hay una única forma correcta, lo importante es que tenga sentido para ti.
- Apoyarse en la red cercana: hablar con familia, amistades, o con profesionales si el dolor se hace demasiado pesado.
Cómo acompañar a los más pequeños y adolescentes
- En niños, conviene explicar la muerte con un lenguaje claro y directo, evitando metáforas confusas como “se ha dormido”.
- Es útil dar espacio a que expresen lo que sienten a través del juego, el dibujo o la conversación.
- En adolescentes, es importante escuchar su visión y dar valor a sus preguntas, sin imponer respuestas cerradas. Deben sentirse parte de la familia y acompañados en el proceso.
Para los adultos
Si además se tienen hijos, el reto es doble: vivir el propio duelo y sostener a los demás. En estos casos, mantener rutinas, mostrar afecto y compartir el dolor puede ser de gran ayuda para todos.
También es recomendable evitar idealizar en exceso al fallecido, y reforzar tanto los recuerdos positivos como la aceptación de lo vivido.
👉 El duelo es un camino que no se supera “olvidando” o esperando a que el tiempo lo cure por sí solo. Elaborarlo implica sentir, compartir y dar espacio al dolor, para poco a poco integrarlo en la vida.
🩵 Si sientes que la pérdida te supera, recuerda que pedir ayuda no es un signo de debilidad, sino de cuidado. La terapia psicológica puede acompañarte a atravesar este proceso de manera más saludable.